martes, 8 de junio de 2010

VIII Encuentro FAMCAL

En Navaleno (Soria) 5 de Junio de 2010


                      

Era  muy temprano. Casi nos ocurrió como en el chiste del cura y el sacristán. La iglesia estaba llena de fieles a la espera para la misa y el pobre cura llegó tarde, pues había tenido que recorrer varias parroquias porque hoy, no es como antes, faltan párrocos. Messis quidem multa operarii autem pauci. El hecho es que el sacristán le echó una bronca al cura porque ya no podía contener a los fieles. Este intentó vestirse para la misa con rapidez pero en esto rompió el alba. Entonces dijo al sacristán: "No sé de qué te quejas si he llegado antes de romper el alba" ¡Ingeniosa respuesta!
Así nos ocurrió a nosotros que nos tocaron diana antes de romper el alba para estar listos para la salida a las 06:30 h.  como tanto se había insistido con el fin de llegar puntuales a la cita. Por cierto así fue, a las 09:55 h. hicimos acto de presencia en Navaleno. Hay que decirlo, los amigos de Babia fueron los primeros en llegar al punto de partida. Encomiable ejemplo para los que no entienden de puntualidad.

En la plaza del pueblo, Teatro Cervantes, delante del Ayuntamiento fuimos recibidos. Se realizó el control de asistentes y se nos entregaron la pañoleta y la gorra de rigor, como marcandonos con el hierro como a los toros para que no nos despistáramos y nos pudiésemos identificar mejor.

Tras un tentempié con bocaditos y bebida nos dispusimos a partir, según previa elección, tras algunos ajustes en los autobuses, para las excursiones programadas. Rutas micológicas por pinares y robledales de la zona, Vallehondo y Canicosa de la Sierra, respectivamente, y a la Laguna Negra.


Los que fueron con ganas de setas, tuvieron un éxito mas bien mermado, dadas las condiciones puntuales de los hábitats, pero, como buenos seteros lo intentaron y eso fue lo principal, que gozaron de aquellos entornos. Algún boleto y algún perrechico, eso fue todo. Los que fuimos a la Laguna Negra, disfrutamos de unos paisajes excepcionales, tapizados de pinos, robles, hayas, abedules, acebos....y por supuesto de ese lugar tan privilegiado de la naturaleza que esa laguna de origen glaciar, representa, rodeada de acantilados, cascadas, bosque y llena de peces a simple vista. El autobús subió hasta 2 Km. antes de la misma. A partir de ahí había que subir a pie, aunque se nos ofreció la opción, muy aguda por cierto, de acercar el autobús un poco más, a cambio del módico precio de 1,00 € por cabeza, lo cual aceptamos por temor a llegar extenuados.

De vuelta de las excursiones quedó poco tiempo para la ruta enológica, unos 15 minutos por el retraso en la vuelta. Por ello, sin más, nos llevaron al Restaurante La Reserva, cerca de San Leonardo de Yagüe para reponer fuerzas y llenar los depósitos. Antes de entrar nos hicimos la consabida foto de grupo. Un buen ágape, en mesas redondas, al estilo de las bodas, a base de: cogollos de Tudela con salmón ahumado, rollitos de bechamel con sabor a hongos, recubiertos de gulas, pimientos rellenos y entrecot. Postre de tarta de queso, café y chupitos ¡qué más se puede pedir por el módico precio de la participación!

              

Al final de la comida, nos entregaron unas bolsa con unos regalos: revistas, folletos, lápices y bolígrafos. También un tarrito con una trufa.

Para cerrar el programa, nos llevaron a ver el Museo Micológico de Navaleno. Este preparado profusamente con todo tipo de carteles explicativos, reproducciones de setas, cuadros, salón de actos o proyecciones, pequeña tienda, etc.

Por todos sitios se veían anagramas de patrocinadores, Junta, Diputación, Ayuntamiento, privados, etc. Nos hablaron de 400 socios contando los de los alrededores, con cuota de 25 € cada uno.¡Que envidia, que sonrojo! al ver todo aquello.¡Como funcionan en un pueblo de 1.000 almas en el tema micológico! Como en nuestro caso...¡vamos!

No fue necesario hacer ejercicio para eliminar las calorías de la comida. De ello se encargó el fallo en los sistemas de ventilación y aire acondicionado del autobús que el dispuesto chofer no pudo enmendar. Siempre tiene que haber un titivillus o tutuvillus, que lo "esgorcie" todo.  Así denominaban los pendolistas medievales a los diablillos que pululaban a su alrrededor y les hacian cometer errores o hacer borrones. Eran los diablos de la escritura, de poca categoría en la escala infernal.

Quisiera aprovechar estas lineas para agradecer el esfuerzo realizado y felicitar por el éxito obtenido al comité organizador (http://www.navaleno.com.es/) y al año que viene, si Dios quiere, nos volvamos a ver todos en Toro (Zamora).

Un dia más, una experiencia más para registrar en nuestros anales.

Rafael Gallego Rodríguez

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