martes, 20 de marzo de 2012

OTRO EMBARQUE...







Nos engañaron una vez más. Se nos dijo, pero no de de una forma insinuatoria. No. Se nos dijo abiertamente: las cestas llenas. Ir todos provistos de cestas, y a ser posible que hagan buena cabida. Si teneis ,llevar de las de “ a quintal”.No de las de arroba. O sea de las de 46,039625555 kg. de cabida. Fue otro embarque.( Y de ahí el título de la crónica) Apenas después de dos largas horas de “rebusco”, donde avezados “marzueleros”, hombres curtidos en miles de horas de campo, y con el catalejo siempre bien enfocado y dispuesto para la caza del cuasi hipogeo Higrophorus pudimos “capturar” unos ejemplares, más bien escuálidos, por la falta del líquido elemento, que esta pertinaz sequía – me voy a dedicar a inspector de nubes, alguien dixit, y desde entonces no hay nubes, hasta para eso ha sido gafe-y por ende no llueve, que como todos ustedes blogueros saben, est conditio sine qua non, para que germine el micelio. Me estoy saliendo del tema, o yendo por los Cerros de Ubeda que diría que fue a una escuela de pago. Y no enfrente de una escuela de pago.




Pues bien, las cestas no eran grandes. No. Eran muy grandes. Grandísimas. Y total para qué. Para sentir otra vez, que se desborda la ausencia… Ya me sale la vena del poeta que uno lleva dentro ( sí ya se que es un plagio) y no os cuento el sucedido.





El sucedido fue que dos compis de la Asociación Micológica Leonesa San Jorge, y que según los mismos había marzuolus para dar y tomar, y para que viéramos lo buenos que eran, nos iban a llevar al sitio, donde ellos llenaron sus cestos, casi como cuévanos ( cesto muy grande y hondo, más ancho por arriba, que se emplea especialmente durante el tiempo de la vendimia)y habían dejado, igual que Pulgarcito en este caso no chinitas, no, si no marcas de pintura, y ramas atravesadas, -esas fueron sus palabras- para localizar la nueva cosecha. Pero a la hora de la verdad, naranjas de la China. A penas una mísera muestra, que por aquello de que una imagen, vale más que mil palabras, se acompaña una fotografía con la crónica que el plumilla tenía que escribir. Porque así se le impuso, por la tiranía que ejercieron nuestros Cicerones. Les espero en el próximo” emarbque”, que seguro que lo habrá.

Hasta otra aventura.

El Presidente.

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