miércoles, 1 de marzo de 2017

Último Martes Micológico del Mes (UMMM)





A quienes ya tenemos cierta edad, puede que los cambios, en cuanto a nomenclatura o clasificación de algunos de los hongos, que los científicos han llevado a cabo en los últimos tiempos, nos conduzcan a una situación similar a la que produce una digestión pesada en temporada estival.
No sé si viene a cuento pero decía Hermann Hesse que en las transformaciones que él mismo había experimentado pesaba mucho más el dolor que el placer, máxime sabiendo que no llegaría nunca ese cambio definitivo e inmutable.

Como muy bien nos explicaba Julián Cerezal esta tarde de martes carnavalero, la clasificación de los hongos está en constante movimiento desde que allá por 1953, Watson y Crick, que solían reunirse en una taberna de Cambridge, descubrieran la estructura del ADN y con ello el secreto de la vida.

Micólogos


Desde Aristóteles, los prebostes de la Ciencia han ido haciendo aportaciones taxonómicas de mas o menos envergadura en lo que a hongos se refiere. Linneo, Fries, Chatton, Watson, Crick o Whitaker son algunos de ellos. Este último marcó un punto de inflexión al establecer tres dominios en la clasificación de los seres vivos: Archaea, Bacteria y Eucarya.

Que lo que conocíamos como Boletus haya pasado a diversificarse en un montón de géneros (Caloboletus, Butyriboletus, Hemileccinum, Neoboletus, Rubroboletus, Suillellus o Lanmaoa) será, probablemente, sólo cuestión de tiempo. La Ciencia se mueve al mismo ritmo imparable y vertiginoso que la vida.

Gracias a nuestro compañero Julián por habernos introducido, con conocimiento de causa y buen criterio, en este mundo farragoso y nada fácil de nomenclaturas y taxonomías varias.


Raquel Álvarez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario