domingo, 29 de abril de 2018

Reinterpretando Las Cabezadas

Celebrada la fiesta el día de hoy
 

Corria el año 1158 cuando Lucas de Tuy describía la situación:

Reinante el católico rey don Fernando, hijo del emperador don Alonso, vino tal sequedad a la tierra por defecto de las lluvias, que todas las cosas verdes con el gran estío se secaron...”

Nada nuevo bajo el sol, pero este es el preludio del milagro en forma de lluvia, atribuido a san Isidoro, y por el cual desde hace siglos, la Corporación municipal acude anualmente con todo el boato y en señal de gratitud, a la Basílica de san Isidoro para hacer entrega voluntaria al Cabildo de un cirio de “arroba bien cumplida” y que el abad lo recibe como una obligación. Son las ceremonias de foro y oferta, tan habituales en León.

Al despedirse la Corporación municipal del Cabildo de san Isidoro ante las puertas de la basílica, efectuan por tres veces unas profundas y aparatosas reverencias, con mas o menos gracia y donaire, y que dan el nombre a Las Cabezadas.


Pero archivosdemicologia, que está en todas, tiene una nueva interpretación para la ceremonia descrita. Recuérdese la sequia reinante y que frente a la basílica no había bares ni audiencias que valgan, sino un praderio reseco. Al despedirse la Corporación municipal, bien estirados ellos,  del Cabildo isidoriano, uno de los maceros acompañantes, inclinandose al suelo dijo muy claramente: “¡Hostia Patxi, un perretxiko!”  El resto de la Corporación buscó las setas a sus pies, dando con ello lugar al origen del nombre popular al evento. Y lo repitieron por tres veces mas, por si acaso.

El Municipio pudo demostrar que el macero en cuestión era corto de vista, pero la afición a las setas de este pueblo ahí queda.

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